sábado, 4 de julio de 2009

CAFÉ



Un minuto más y me iré.

Sólo quiero un café negro, marrón, verde, azul; ya ni sé. Sobre mi mesa, el libro que encontré abandonado en aquella plaza con las hojas resfriadas. La espera lo inquieta. Anhela sentir el café, embriagarse de su olor.

El mesero camina de un lado a otro. Por poco tropieza mi silla. Sé que en cualquier momento lo hará. La tropezará y luego ofrecerá una disculpa con simpleza. Lo observo atentamente, pero el estornudo del libro me distrae. Me vuelvo hacia éste y acaricio sus páginas. En voz baja me pide escuchar su historia. Me niego.

Mis ojos írritos, buscan al mesero. A lo lejos, lo encuentran. Escucho murmullos; de nuevo el libro con su historia. Empieza a escupir relatos mientras maldice a la plaza.

No quiero seguir escuchando, sólo cuando llegue el café. Arrojo gotas de agua entre sus capítulos y logro que se calle. De pronto recuerdo el color; no es negro, ni marrón, ni verde, ni azul.

Ahora sí lo pediré, pero el mesero está lejos, lejos de mi silla.

Un minuto más y me iré.

Beira Díaz