sábado, 23 de mayo de 2009

RESULTADOS


Encontré la solución.

Escondido, empecé a trabajar empaquetando la comida. Muchas veces, imaginaba que era yo el que entraba al supermercado y seleccionaba los productos: chucherías, harina, margarina, arroz, espagueti, salsa, ¿ya dije chuchería?, lechuga, tomate, zanahoria, cebolla, pimentón, y todas esas cosas fastidiosas que constantemente quiere comprar mamá. Iría hasta la caja, me daban la factura, pagaba y le agradecía al niño que me entregaba las bolsas, con una muy buena propina. Sería sencillo.

Todos los días, llegaba a casa en la noche, un poco antes que mamá. Me bañaba, preparaba la comida y ordenaba mis cuadernos para las clases del día siguiente. Ella llegaba lanzando su cartera al mueble, soltaba una frase en forma de saludo e iba a su cuarto. Yo esperaba a que saliera para mostrarle la comida, abrazarla y escuchar las maldades que su jefe le hacía, no entendía por qué no estaba preso, si era tan fastidioso. Luego, me iba a su cama con un cuento, le pedía que me lo leyera, ella decía que tenía que trabajar, entonces yo se lo leía mientras la observaba dormirse, profundo. Le daba un besito y me iba a mi cuarto. Al día siguiente, lo mismo.

Un día, al salir del colegio, corrí hacia el kiosco de la esquina y, finalmente, lo compré. Toda la semana estuve esperando los resultados, estaba seguro que ganaría, no sé porqué. Por fin llegó el día; una bolita, otra, cinco números, diez, doce, catorce, no aguantaba la alegría, un número, tan sólo un número y mamá sería feliz, ¡ lo logré!. Empecé a saltar, a gritar, mamá me regañaba mientras yo le explicaba, examinó el papel, corroboró los números y empezó a besarme, a cargarme, nombraba a su jefe una y otra vez, gritaba, no paraba de reír. Esa noche me leyó tres cuentos, dormimos abrazados, como nunca, como siempre lo soñé.

Ahora, tan sólo la recuerdo. La recuerdo entre los cuentos que me lee mi abuela. También la imagino bella, radiante, regalando sonrisas europeas.

El kiosco de la esquina, años transcurridos, y yo con otro papel de lotería en mis manos, esperando, algún día, encontrar los resultados.

Beira Díaz