
Y yo, inundada en informes; embarrada de correos con incidentes y problemas; hastiada de estos muros de trajes, tacones y corbatas; y entumecida en este clima confuso, que huele a perfumes, a hipocresía y a miedo; no me había percatado que fuera, estaba lloviendo, y que muchas personas vivían esas gotas en sus cuerpos o las veían correr en los parabrisas de sus autos. No; mientras algunos se refugiaban de la lluvia; lidiaban con el tráfico o peleaban por llegar a sus casas; yo seguía atrapada en un clima mucho más gris y más helado que el experimentado esta tarde en Caracas.
Adriana
Adriana
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