sábado, 9 de agosto de 2008

PALO DE AGUA


La lluvia cae sobre Caracas con gotas tan pesadas como las noticias. ¿Será que hay demasiada luz solar y es menester opacar la ciudad un poco? La lluvia arrecia mientras las personas, en sus trabajos, distraen su atención sobre como llegar a casa. Los venezolanos tenemos dos trabajos: el trabajo de llegar al trabajo y “el trabajo”, valgan todas las redundancias. Pero no importa, la lluvia trae un sentimiento liberador. No hay nada más sabroso que hundir los pies en el agua sucia, colocarse una edición de El Mundo sobre la cabeza como paraguas y cruzar las calles sin que te atropellen por las trancas. Y a los que ven las cosas desde adentro, desde el carro, no pierdan la oportunidad, esta es la ocasión para abandonar esa vaina de metal y cuatro llantas, dejarla tirada en medio de la calle, quitarse los zapatos y salir a caminar, tranquilo sobre el asfalto mientras las gotas masajean el cuerpo. O hacer como un amigo, que lo llamaban “palo de agua” porque le caía a todas las chicas que veía. La actitud hace la diferencia.

Pedro

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